Mi corazón es pobre, Señor, yo me siento de barro, soy como arcilla abandonada que espera las manos del alfarero. Pon tus manos, Señor, tu corazón, en mi miseria, llena el fondo de mi vida de tu misericordia. Protege mi vida. Sálvame. Confío en Ti.
Yo sé que Tú eres bueno y me perdonas. Sé que eres misericordioso con quien abre su corazón a tu amor y lealtad. Escúchame, atiéndeme. Te llamo. Yo vengo a estar contigo y a quedarme junto a Ti.
Me callo ante tu presencia porque Tú conoces lo íntimo de mi vida. Aquí estoy, Señor, con mi corazón como es: que no oculte nada a tus ojos.
Tú eres grande. Tú haces maravillas. Tú, el único Dios. Enséñame, Señor, tu camino y que mis pasos sigan tus huellas con fidelidad.
Que mi corazón, sin dividirse, sea todo tuyo. Te doy gracias de todo corazón, señor, Dios mío, te diré siempre que Tú eres amigo fiel. ¡ Yo he experimentado tu misericordia!. Me has hecho revivir, volver al camino.
Señor, yo me alegro, porque eres un Dios compasivo. Me alegro porque eres piadoso y paciente. Me alegro porque eres misericordioso y fiel. Señor, mírame. Ten compasión de mí. Dame fuerza.
Tú Señor, siempre estás pronto a ayudarme y animar mi corazón cuando decae. Tú, Señor, toma mi corazón de barro y moldéalo según la grandeza de tu misericordia.