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Amigo Soneto IV –V- VI

IV
Amigo es la pureza de unos ojos
que entienden, sin decirlo, lo que digo,
reparo a la intemperie y el abrigo
de una mirada cálida y un rostro.
 
Los sueños en el aire compartidos
la soledad disuelta en un nosotros
el misterio de paisajes tan remotos
explorando la vida en el camino.
 
Es un ángel en el mundo peregrino
la voz que me acompaña suavemente
en los recodos abiertos del destino
 
y sabe discernir serenamente
la encrucijada de la vida en que me animo
a decidirme por vivirla plenamente.
 
 V
Yo no los llamo siervos sino amigos
porque conmigo están desde el principio
no temieron el mal ni el sacrificio,
la incomprensión, las burlas o el martirio.
 
Yo les lavo los pies porque he querido
revelarles el ser de un culto nuevo
el servicio al hermano en quien me entrego
libertad para el pobre y oprimido.
 
Es un culto de eterna eucaristía
en que entrego mi sangre para siempre
por darles de beber mi Amor y Vida.
 
El Amor que les doy sinceramente
el banquete del Espíritu que ardía
en las entrañas del Padre eternamente.
 
 VI
Amigo es en el cielo y las estrellas
poder ver en sus ojos infinitos
es apoyo y columna de granito
emoción que comparte cosas bellas.

Es compañero de viaje y aventura
con quien remonto el río de los sueños
me lanzo a navegar cielos eternos
y construyo la esperanza que perdura.

Es un mar de confianza inquebrantable
y noche de silencio acogedora,
la escucha que comprende imperturbable,

sonrisa de una luz conmovedora,
agua fresca de fuente inagotable
y mirada de paz reparadora.

amigo

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

 

Publicado en CORAZÓN

«¿Todavía no comprenden?».

Evangelio según San Marcos 8,14-21.
Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca.
Jesús les hacía esta recomendación: «Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes».
Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan.
Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida.
Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan
cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?». Ellos le respondieron: «Doce».
«Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?». Ellos le respondieron: «Siete».
Entonces Jesús les dijo: «¿Todavía no comprenden?».
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Para muchas comunidades hoy es Martes de Carnaval. Vale la pena no olvidar a Dios en medio de la fiesta. O ¿es que no entendemos que también ahí puede estar Dios?
El único pan (símbolo de unidad) que hay en la barca, el que ha de compartirse y alimentar lo mismo a judíos que a paganos, es el mensaje de Jesús, el único necesario; pero a ellos no les basta, quieren combinarlo con su nacionalismo. De hecho, este único pan va con ellos, pero ni siquiera lo mencionan; no lo han cogido ellos ni han optado por él, sino por los otros.
Jesús les da un aviso, para que no se dejen llevar de esas ideas. La levadura se consideraba un principio corruptor del pan-doctrina (el término designaba también el pan fermentado); la levadura de los fariseos es su ideología mesiánica nacionalista: desean para Israel un Mesías poderoso, dominador de los otros pueblos (11); los herodianos (cf. 3,6; 12,13, mejor que «Herodes»), son los que, con tal de obtener la supremacía de Israel, aceptan a un rey ilegítimo, no querido por Dios (6,21): ambas ideologías corrompen el mensaje.
Los discípulos tienen otra preocupación y no prestan atención a la advertencia de Jesús. Discuten sobre la falta de panes, sin hacer caso del pan que tienen; para ellos, ese pan no es suficiente alimento: no les basta el mensaje del servicio y la solidaridad con todos.
Jesús se da cuenta y se exaspera. Les reprocha su falta de reflexión. Por tener la mente fija en los ideales del judaísmo, son incapaces de razonar. Siguen sordos, obcecados. El nuevo Israel continúa en la incomprensión del antiguo.
Intentando hacerles comprender, Jesús no les recuerda discursos o palabras suyas, sino una experiencia de la que han sido testigos, los dos repartos de panes: les pregunta por el número de cestos recogidos a partir de una cantidad mínima en relación con tan gran multitud, subrayando así el contraste entre la escasez del comienzo y la abundancia del final; quiere que caigan en la cuenta de la potencialidad del único panmensaje que poseen: con él lo tienen todo. Con el compartir (partí) les ha dado la clave de la abundancia. No necesitan más que repetir su gesto. No hacen falta otros panes.
La pregunta final transparenta la profunda decepción de Jesús (¿No acabáis de entender?).
Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J