IV
Amigo es la pureza de unos ojos
que entienden, sin decirlo, lo que digo,
reparo a la intemperie y el abrigo
de una mirada cálida y un rostro.
Los sueños en el aire compartidos
la soledad disuelta en un nosotros
el misterio de paisajes tan remotos
explorando la vida en el camino.
Es un ángel en el mundo peregrino
la voz que me acompaña suavemente
en los recodos abiertos del destino
y sabe discernir serenamente
la encrucijada de la vida en que me animo
a decidirme por vivirla plenamente.
V
Yo no los llamo siervos sino amigos
porque conmigo están desde el principio
no temieron el mal ni el sacrificio,
la incomprensión, las burlas o el martirio.
Yo les lavo los pies porque he querido
revelarles el ser de un culto nuevo
el servicio al hermano en quien me entrego
libertad para el pobre y oprimido.
Es un culto de eterna eucaristía
en que entrego mi sangre para siempre
por darles de beber mi Amor y Vida.
El Amor que les doy sinceramente
el banquete del Espíritu que ardía
en las entrañas del Padre eternamente.
VI
Amigo es en el cielo y las estrellas
poder ver en sus ojos infinitos
es apoyo y columna de granito
emoción que comparte cosas bellas.
Es compañero de viaje y aventura
con quien remonto el río de los sueños
me lanzo a navegar cielos eternos
y construyo la esperanza que perdura.
Es un mar de confianza inquebrantable
y noche de silencio acogedora,
la escucha que comprende imperturbable,
sonrisa de una luz conmovedora,
agua fresca de fuente inagotable
y mirada de paz reparadora.
Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv