Publicado en AMOR, Comunicación, CONFIANZA, CORAZÓN, DIOS, DOMINGO, ESPERANZA, EVANGELIO, VIDA

3º Domingo del Tiempo Ordinario.

He sido enviado para evangelizar a los pobres y a los oprimidos.
Impulsado por la fuerza del Espíritu, regresó Jesús a Galilea y su fama se extendió por toda la región. Enseñaba en sus sinagogas y era honrado por todos. Llegó a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró en la Sinagoga el sábado y se levantó para leer. Le entregaron el Libro del profeta Isaías y desenrollando el libro, encontró el pasaje donde está escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido. Me ha enviado para evangelizar a los pobres, para predicar a los cautivos la redención y devolver la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y promulgar un año de gracia del Señor”. Después de enrollar el libro, lo devolvió al ministro y se sentó. Todos en la Sinagoga tenían sus ojos puestos en Él y comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír”. Lc 1,1-4. 4,14-2
JESUS-PREGANDO
Realmente, Jesús, cuando te veo ya en tu pueblo, en tu casa y cómo se te recibe, me pregunto: ¿qué es lo que me quieres decir a mí con tus palabras, con este mensaje de amor, de salvación, de cercanía, de cariño hacia los más pobres y hacia los más necesitados? Me impresiona con el ánimo que vienes y me impresiona tu actitud y pienso en ti, cuánto sufrirías al verte rechazado por tu mismo pueblo. Querías regresar ahí, a tu casa…Me impresiona también lo que siempre haces: te vas a la Sinagoga, desenrollas el libro y anuncias esa Buena noticia, ese buen mensaje de salvación. Una vez que lo has leído: “Hoy se cumple esto en mí. El Espíritu del Señor está sobre mí y me has enviado para evangelizar a los pobres, a los cautivos, a los necesitados, a los ciegos, y para anunciar este año de salvación”.
Me impresionas mucho, Jesús, y muchas veces soy como tu pueblo, como los tuyos. Muchas veces la rutina, la forma de mi vida no acoge tu palabra. Muchas veces no me doy cuenta de que Tú me estás anunciando una Buena noticia y no me doy cuenta de que Tú has venido a liberarme, a sanarme, a curar a todo el necesitado, a todo el que está mal. Quieres venir a mí… No te escucho, mi corazón está en otro sitio, mi mente está en otro sitio. “¡Si vengo a anunciarte la salvación, si vengo a liberarte, si vengo a darte todo! ¡Si vengo a sacarte de tu mundo, de tus oscuridades, de tus pobrezas! ¿Por qué me rechazas, por qué?”.
Pienso mucho esto, Jesús: Tú siempre sanando, siempre curando, siempre salvando… “He venido a anunciar la Buena noticia de salvación para ti y para todo el que me quiera acoger y escuchar… las palabras que nacen de mi corazón”. Hoy, Jesús, te pido esto: acoger… acoger. Y me pregunto: ¿Cuántos rechazos tengo? ¿Qué hago con la palabra que Tú me das? ¿Cómo acojo esa Buena noticia? ¿Qué opresiones, qué esclavitudes, qué es lo que quieres que yo te dé? Y se lo pido a tu Madre; tu Madre, que siempre supo escuchar, que siempre supo saborear tu palabra. Y se lo pido de todo corazón, que Ella me ayude a entrar en tu corazón para que yo aprenda que has venido a curar, a sanar, a salvar. Y que mi vida, mi mensaje, mis acciones y todo lo que haga tiene que ser curar, liberar, ser Buena noticia. Siempre donde yo vaya, ser Buena noticia. Se lo pido a tu Madre de todo corazón: Jesús, ayúdame a que sepa acoger tu palabra de amor y de paz y de alegría.
“He sido enviado para evangelizar a los pobres y a los oprimidos”.
Que así sea
FRANCISCA SIERRA GÓMEZ
Publicado en AMOR, Comunicación, CONFIANZA, CORAZÓN, DIOS, DOMINGO, ESPERANZA, EVANGELIO, FAMILIA

Jesús, un hombre que se deja “comer”

San Marcos 3, 20-21
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: «Es un exaltado».
jesus_amigo
Comentario del Evangelio por Beata Teresa de Calcuta : Jesús, un hombre que se deja “comer”
Cuando Jesús vino a este mundo lo amó hasta tal extremo que dio la vida por él. Vino para satisfacer nuestra hambre de Dios. ¿Cómo lo hizo? El se convirtió en Pan de Vida. Se hizo pequeño, frágil, desarmado por nosotros. Las migajas de pan son tan pequeñas que incluso un bebé puede mascarlas, incluso un moribundo puede tragarlas. Jesús se convierte en pan de vida para apaciguar nuestra hambre de Dios, nuestra hambre de amor.
No creo que nosotros habríamos sido capaces de amar a Dios si Jesús no hubiese venido a ser uno de nosotros. Ha venido a ser uno como nosotros, excepto en el pecado, para hacernos capaces de amar a Dios. Creados a imagen de Dios hemos sido creados para amar, porque Dios es amor. Por su pasión, Jesús nos ha enseñado cómo podemos perdonar por amor, cómo podemos olvidar con humildad. ¡Encuentra a Jesús y encontrarás la paz!