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Martes Santo: Todos somos traidores!!

En este Martes Santo, el evangelio nos ayuda a profundizar en el polo del resentimiento, que ayer apareció insinuado. Este polo está representado por dos personajes conocidos: Judas (Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado) y, en un grado diferente, Simón Pedro (¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces). Lo que más me impresiona del relato es comprobar que la traición se fragua en el círculo de los íntimos, de aquellos que han tenido acceso al corazón del Maestro.
Jesus_Judas
Me he detenido en estas palabras: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Es muy probable que los que os asomáis diariamente o de vez en cuando a esta sección os consideréis seguidores de Jesús. Yo mismo me incluyo en esta categoría, sin saber a ciencia cierta lo que quiero decir cuando afirmo ser uno de los suyos. La Palabra nos va ofreciendo cada día muchas pequeñas luces para ir descubriendo diversos aspectos del seguimiento. Hoy nos confronta con nuestras traiciones. La palabra “traición” es muy dura. Apenas la usamos en nuestro vocabulario. Hemos buscado eufemismos como debilidad, error, distancia, etc. Pero ninguna de estas palabras tiene la fuerza del término original. Hablar de traición supone hacer referencia a una relación de amor y fidelidad frustrada. Sólo se traiciona lo que se ama. ¿Estaremos nosotros traicionando a Jesús a quien queremos amar? Lo traicionamos cuando abusamos de promesas que no vienen refrendadas por nuestra vida. Lo traicionamos cuando, en medio de nuestros intereses, no tenemos tiempo para “perderlo” gratuitamente con él. Lo traicionamos cuando le hacemos decir cosas que son sólo proyección de nuestros deseos o mezquindades. Lo traicionamos cuando volvemos la espalda a los “rostros difíciles” en los que él se nos manifiesta. Lo traicionamos cuando lo convertimos en un objeto más al alcance de nuestros caprichos. Lo traicionamos cuando damos por supuesta su amistad y no lo buscamos cada día.
Lo traicionamos cuando repetimos mucho su nombre pero no estamos dispuestos a dejarnos transformar por él. Dejemos que este Martes Santo su mirada nos ayude a descubrir nuestras sombras.
Fuente// Reflexiones Católicas
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Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces

Evangelio segun San Juan 13,21-33.36-38
Después de decir esto, Jesús se estremeció y manifestó claramente: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería. Uno de ellos _el discípulo al que Jesús amaba_ estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: «Pregúntale a quién se refiere». El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Jesús le respondió: «Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato». Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: «Realiza pronto lo que tienes que hacer». Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que hace falta para la fiesta», o bien que le mandaba dar algo a los pobres. Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche. Después que Judas salió, Jesús dijo: «Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’. Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿adónde vas?». Jesús le respondió: «A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás». Pedro le preguntó: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Jesús le respondió: «¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces».
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Comentario del Evangelio por : San Francisco de Sales (1567_1622) obispo de Ginebra, doctor de la Iglesia
«Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces.» (Mt 26,34)
San Pedro, uno de los apóstoles, se hizo culpable ante el Señor porque negaba conocerle, y no sólo esto, lo maldecía, blasfemaba, asegurando que no sabía de quien le hablaban. (Mt 26,69) ¡Qué golpe para el corazón de Nuestro Señor! ¡Ah, pobre Pedro, qué dices y qué haces! No sabes quien es, aquel que te llamó en persona para que fueras su apóstol, tú que habías confesado que él era el Hijo de Dios vivo. (Mt 16,18) ¡Ah, hombre miserable, cómo te atreves a decir que no sabes quien es! ¿No es aquel que hace poco estaba delante de ti para lavarte los pies, que te alimentó con su cuerpo y su sangre?
¡Que nadie presuma de sus buenas obras ni piense que no tiene nada que temer, ya que San Pedro había recibido tantas gracias y había prometido acompañar al Señor a la prisión y a la muerte, lo negaba nada ante una simple insinuación de una camarera.
San Pedro, oyendo cantar el gallo, se acordó de lo que había hecho y lo que le había dicho su buen Maestro. Y reconociendo su falta salió y lloró amargamente y recibió el perdón de todos sus pecados. Oh, bienaventurado Pedro, por esta contrición recibiste el perdón general de tu gran deslealtad frente al Señor!…Sé que fueron las miradas sagradas de Nuestro Señor que penetraron tu corazón y te abrieron los ojos para reconocer tu pecado….Desde entonces, no dejó de llorar, principalmente cuando oía cantar al gallo por la noche y en la madrugada…Por este medio, de gran pecador se convirtió en un gran santo.
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Lunes santo: El valor de los pequeños gestos!!

“María tomó una libra de perfume de nardo,
auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y
se los enjugó con su cabellera. Y la casa se
llenó de la fragancia del perfume” (Juan 12,3).

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Hoy siento el remordimiento dentro de mí.
He tenido mala fe, mala esperanza y mal amor.
Tu cruz ha dejado al descubierto mi mentira, mi
camuflaje.
Ya sé, por otras veces, que el remordimiento mete
mucho ruido pero no da fruto.
Sé que el sentimiento de culpa, que ahora anida en
mi corazón, me aleja de ti.
¿Qué tengo que hacer, Señor? Dímelo Tú.
Tú me das siete días intensos para aprender a amar
de una manera nueva.
Tú me dices que sacarás de mi oscuridad luz,
de mi tristeza alegría, de mi muerte vida.
¿Cómo es posible que sigas creyendo en mí?
Empiezo mi camino, poniéndome en verdad,
humildemente.
Miro de frente mi pequeñez, me reconcilio con mi
pecado.
No pretendo grandes cosas: solo gestos sencillos y
palabras de verdad.
Sé que mi barro puede sentir el estremecimiento de
tu saliva,
como les pasó a tantos enfermos que tienen la
suerte de encontrarse contigo. .
Espero de ti un gesto de amor, una palabra de
amigo en el camino.
Mi tierra, tú lo sabes, no ha sido tierra de acogida.
Viniste a mí y te cerré la puerta.
Pusiste tus semillas en mi corazón, pero yo me
cansé de esperar.
A pesar de todo, tú sigues siendo entrega, entrega
crucificada.
Plantas tu cruz en mi tierra.
Tu amor se desborda sobre mi vida.
Como un niño pequeño me pongo a mirarte.
¿Por qué rompes tu frasco de perfume en mi
cuerpo?
¿Por qué, una y otra vez, inclinas tu misericordia
sobre mí?
Tú eres el Señor de mi vida, también cuando ésta
es pecadora.
En ti, Jesús, descubro que Dios tiene pasión de
amor por mí y por todos.
Tu amor es fiel.
Mi gesto sencillo de querer estar contigo es mi pan
para tu cena.
Mi palabra de verdad en este atardece es mi vino
para tu eucaristía.
Mi corazón abierto es amor para tu Amor.
Quiero gritarte mientras todavía es tiempo.
La pobreza también puede ser atrevida.
Una mujer hizo contigo un pequeño gesto.
Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Así ocurre siempre: las cosas bellas, cuando nacen,
son pequeña.
Felipe Santos, SDB
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…a mí no me tendrán siempre!!

Evangelio Segun San Juan 12,1-11
Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: «¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?». Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: «Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre». Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.
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Comentario del Evangelio por : Cromacio de Aquilea (hacia 407) obispo
«Una obra buena ha hecho conmigo.» (Mt 26,10)
El evangelio nos relata hoy que el Señor, estando sentado en la mesa de Lázaro que había resucitado de entre los muertos «María, la hermana de Lázaro y de Marta, traía un frasco de perfume de nardo y ungió los pies de Jesús.»… Santa María, tal como se lee a menudo en el evangelio, fue muy considerada por Cristo por la grandeza extraordinaria de su fe. En el pasaje que precede, llorando la muerte de su hermano, hizo llorar también al Señor, porque provocó la ternura en el autor de la ternura. Pues bien, aunque preparaba la resurrección de Lázaro, el Señor lloraba, porque María lloraba, para mostrar así al mismo tiempo su propia ternura y el mérito de María… Las lágrimas del Señor nos muestran el misterio de la carne asumida; la resurrección de Lázaro pone de relieve el poder de su divinidad…
En este pasaje, miremos la devoción y la fe de esta mujer. Los otros estaban en la mesa con el Señor; ella ungiéndole los pies. Los otros conversaban con el Señor, ella en el silencio de su fe, secaba sus pies con sus cabellos. Los otros ocupaban un sitio de honor, ella servía. Pero el servicio prestado por María tenía más mérito a los ojos de Cristo que los primeros puestos de los convidados. Por esto, el Señor dijo a su propósito: «Os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho, para memoria suya.» (Mt 26,13)
¿Cuál ha sido el servicio de esta santa mujer, para que sea proclamado en todo el mundo y cada día? Mirad su humildad. No empezó por ungir la cabeza del Señor sino sus pies… Ha comenzado por los pies para merecer llegar luego a la cabeza, porque «quien se humillare será ensalzado y quien se ensalce será humillado.» (Mt 23,12) Se abajó y fue elevado.