En este Martes Santo, el evangelio nos ayuda a profundizar en el polo del resentimiento, que ayer apareció insinuado. Este polo está representado por dos personajes conocidos: Judas (Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado) y, en un grado diferente, Simón Pedro (¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces). Lo que más me impresiona del relato es comprobar que la traición se fragua en el círculo de los íntimos, de aquellos que han tenido acceso al corazón del Maestro.
Mes: marzo 2015
Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces
Evangelio segun San Juan 13,21-33.36-38
Después de decir esto, Jesús se estremeció y manifestó claramente: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería. Uno de ellos _el discípulo al que Jesús amaba_ estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: «Pregúntale a quién se refiere». El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Jesús le respondió: «Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato». Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: «Realiza pronto lo que tienes que hacer». Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que hace falta para la fiesta», o bien que le mandaba dar algo a los pobres. Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche. Después que Judas salió, Jesús dijo: «Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’. Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿adónde vas?». Jesús le respondió: «A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás». Pedro le preguntó: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Jesús le respondió: «¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces».
Comentario del Evangelio por : San Francisco de Sales (1567_1622) obispo de Ginebra, doctor de la Iglesia
«Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces.» (Mt 26,34)
San Pedro, uno de los apóstoles, se hizo culpable ante el Señor porque negaba conocerle, y no sólo esto, lo maldecía, blasfemaba, asegurando que no sabía de quien le hablaban. (Mt 26,69) ¡Qué golpe para el corazón de Nuestro Señor! ¡Ah, pobre Pedro, qué dices y qué haces! No sabes quien es, aquel que te llamó en persona para que fueras su apóstol, tú que habías confesado que él era el Hijo de Dios vivo. (Mt 16,18) ¡Ah, hombre miserable, cómo te atreves a decir que no sabes quien es! ¿No es aquel que hace poco estaba delante de ti para lavarte los pies, que te alimentó con su cuerpo y su sangre?
¡Que nadie presuma de sus buenas obras ni piense que no tiene nada que temer, ya que San Pedro había recibido tantas gracias y había prometido acompañar al Señor a la prisión y a la muerte, lo negaba nada ante una simple insinuación de una camarera.
San Pedro, oyendo cantar el gallo, se acordó de lo que había hecho y lo que le había dicho su buen Maestro. Y reconociendo su falta salió y lloró amargamente y recibió el perdón de todos sus pecados. Oh, bienaventurado Pedro, por esta contrición recibiste el perdón general de tu gran deslealtad frente al Señor!…Sé que fueron las miradas sagradas de Nuestro Señor que penetraron tu corazón y te abrieron los ojos para reconocer tu pecado….Desde entonces, no dejó de llorar, principalmente cuando oía cantar al gallo por la noche y en la madrugada…Por este medio, de gran pecador se convirtió en un gran santo.
Lunes santo: El valor de los pequeños gestos!!
“María tomó una libra de perfume de nardo,
auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y
se los enjugó con su cabellera. Y la casa se
llenó de la fragancia del perfume” (Juan 12,3).
Hoy siento el remordimiento dentro de mí.
He tenido mala fe, mala esperanza y mal amor.
Tu cruz ha dejado al descubierto mi mentira, mi
camuflaje.
Ya sé, por otras veces, que el remordimiento mete
mucho ruido pero no da fruto.
Sé que el sentimiento de culpa, que ahora anida en
mi corazón, me aleja de ti.
¿Qué tengo que hacer, Señor? Dímelo Tú.
Tú me das siete días intensos para aprender a amar
de una manera nueva.
Tú me dices que sacarás de mi oscuridad luz,
de mi tristeza alegría, de mi muerte vida.
¿Cómo es posible que sigas creyendo en mí?
Empiezo mi camino, poniéndome en verdad,
humildemente.
Miro de frente mi pequeñez, me reconcilio con mi
pecado.
No pretendo grandes cosas: solo gestos sencillos y
palabras de verdad.
Sé que mi barro puede sentir el estremecimiento de
tu saliva,
como les pasó a tantos enfermos que tienen la
suerte de encontrarse contigo. .
Espero de ti un gesto de amor, una palabra de
amigo en el camino.
Mi tierra, tú lo sabes, no ha sido tierra de acogida.
Viniste a mí y te cerré la puerta.
Pusiste tus semillas en mi corazón, pero yo me
cansé de esperar.
A pesar de todo, tú sigues siendo entrega, entrega
crucificada.
Plantas tu cruz en mi tierra.
Tu amor se desborda sobre mi vida.
Como un niño pequeño me pongo a mirarte.
¿Por qué rompes tu frasco de perfume en mi
cuerpo?
¿Por qué, una y otra vez, inclinas tu misericordia
sobre mí?
Tú eres el Señor de mi vida, también cuando ésta
es pecadora.
En ti, Jesús, descubro que Dios tiene pasión de
amor por mí y por todos.
Tu amor es fiel.
Mi gesto sencillo de querer estar contigo es mi pan
para tu cena.
Mi palabra de verdad en este atardece es mi vino
para tu eucaristía.
Mi corazón abierto es amor para tu Amor.
Quiero gritarte mientras todavía es tiempo.
La pobreza también puede ser atrevida.
Una mujer hizo contigo un pequeño gesto.
Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Así ocurre siempre: las cosas bellas, cuando nacen,
son pequeña.
Felipe Santos, SDB
…a mí no me tendrán siempre!!
Evangelio Segun San Juan 12,1-11
Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: «¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?». Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: «Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre». Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.