San Juan 6,52-59
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
Categoría: PERÚ
FELIZ 28 DE JULIO!!
Queridos amigos, este 28 de Julio celebramos en el Perú el 194 Aniversario de nuestra Independencia, recordando Las emotivas palabras del General Dn. José de San Martín :
«El Perú es libre e independiente por la voluntad general de sus pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende», dando inicio a nuestra vida Republicana.
– VIVA EL PERÚ….!!!
– VIVA MI PATRIA!!!
– FELIZ 28 DE JULIO!!!
– FELICES FIESTAS PATRIAS PERU……
«Si quieres, puedes purificarme»
Evangelio según San Marcos 1, 40-45.
Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme».
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado».
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente:
«No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.
El leproso es el caso extremo y el prototipo de la marginación religiosa y social impuesta por la Ley (Lv 13,45s). Por su condición de impuro, y según lo que se enseña en la sinagoga, este hombre cree estar excluido del acceso al reino de Dios.
La figura del leproso pone en evidencia el daño social que hacían las prescripciones discriminatorias de la ley de lo puro y lo impuro y es exponente de la dureza y falta de amor en que formaba el sistema judío a sus adictos, marginando sin piedad a quienes necesitarían ayuda. La experiencia de Jesús al terminar su labor en Galilea es que una parte de Israel, de la que el leproso representa el caso extremo, está marginada por motivos religiosos, y se le niega la posibilidad de salvación.
El leproso estaba obligado a mantenerse a distancia de los sanos; al acercarse a Jesús, está violando la Ley, pero su angustia lo hace arriesgarse; de rodillas, temiendo un castigo por su atrevimiento; si quieres, puedes, se dice de Dios en Sab 12,18. El leproso ve en Jesús un poder divino.
La reacción de Jesús no es la que teme el leproso: al ver la miserable situación de aquel hombre, Jesús se conmueve; este verbo se usaba en el judaísmo solamente de Dios; en el NT, sólo de Jesús: el amor entrañable de Dios por los hombres se manifiesta en Jesús. El no reconoce marginación alguna; la establecida por la Ley no corresponde a lo que Dios es y quiere: el reinado de Dios no excluye a nadie de la salvación. Violando la Ley (Lv 5,3; Nm 5,2), Jesús toca al leproso y éste queda limpio de la lepra.
El leproso esperaba que Jesús restableciese su relación con Dios, que por sí solo -pensaba él- no podía alcanzar. Creía que al estar marginado por la institución religiosa también Dios lo rechazaba. De ahí su insistencia en ser purificado (limpiado). Su idea de Dios es la de los maestros oficiales: la de un Dios que no ama ni acepta a todos los hombres, sino solamente a los que cumplen ciertas condiciones de pureza física o ritual.
Por eso no le basta estar curado; tiene que convencerse de que ninguna marginación procede de Dios; la Ley que la prescribe es cosa humana. Debe independizarse de la institución religiosa, convenciéndose de que su modo de actuar no expresa lo que Dios es; si no lo hace, estará siempre a su arbitrio y podrá ser marginado de nuevo.
Por haberse creído marginado por Dios, Jesús le regaña; para hacerlo cambiar de mentalidad (sacarlo fuera) le hace ver las severas y costosas condiciones que le impone la institución para admitirlo. Tiene que comparar al Dios amoroso que se manifiesta en Jesús con el Dios duro y exigente que propone la institución. Los ritos impuestos por Moisés (no por Dios; cf. Lv 14,1-32) demuestran la dureza de aquel pueblo (como prueba contra ellos, cf. Dt 31,26).
Cuando el marginado se convence (al salir), su alegría es grande y difunde la noticia. Jesús ha tomado postura pública contra la marginación religiosa y contra la Ley que la prescribe. En consecuencia, queda marginado; no puede entrar abiertamente en los lugares donde hay sinagoga (ciudades/pueblos), pero aumenta el número de marginados que acuden a él. Se abre así el Reino a todos los excluidos como impuros por la Ley y la institución judía.
La vocación: un ideal de servicio….
Tarde o temprano nos encontramos con alguna inconformidad ante nuestro futuro: que si nos gustaría ser el mejor futbolista, el médico más renombrado, el artista más famoso, el empresario más rico, el joven más guapo, el jurista más prestigioso, etc.; y en esos deseos tan vanos centramos nuestra atención y nuestras ilusiones. Pero no, la respuesta a nuestras inquietudes no está en el deseo de ser esto o lo otro; del éxito, la fama o el dinero que nos gustaría poseer. No, es algo más hondo. La clave radica en el hecho del ideal, «donde están tus ideales deberían estar tus ilusiones», podríamos decir. Obviamente es preciso saber primero qué son y si poseemos ideales.