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palabras de primavera!!

Resuenan en tus cansados oídos palabras de primavera:
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“Yo amo la vida, amo el sol, las nubes, amo las flores, las personas, amo esta vida. Me gusta sentirme libre para decidir cada mañana amar a Jesucristo, y así, siento mi amor fresco todos los días, como a mis dieciséis años”. Palabras de un hombre santo.
¿Por qué no le imitas repitiendo cada amanecer idénticas palabras? Tú también amas el sol, los campos, las flores; ves en ellos la sonrisa del Buen Dios. ¿Por qué, entonces, el ceño fruncido, la sonrisa helada, el corazón frío? En el alma que tiene a Dios brilla una perenne primavera, lo mismo que en el alma en que Dios es un ausente, se da un invierno permanente.
Tú puedes seguir idéntica manera sencilla, diaria, de amar a Cristo, puedes formar ese hábito incomparable de la amistad con Él a toda hora del día, desde el despertar hasta cerrar los ojos, pasando por todos los momentos de la jornada.
Tú también debes levantarte cada mañana y decirle con entusiasmo que te alegras de ser libre y elegir tu camino hacia Él. Intenta sentir la misma frescura y la misma totalidad en el amor.
Y también, como él, debieras sentir que no importa ser más o menos santo, sino amarlo apasionadamente; y amarlo es cumplir su divino querer, y su querer es el propio deber y las responsabilidades o puestos de trabajo y las cosas que pasan, al parecer, sin causa ni razón.
Autor: Padre Mariano de Blas, L.C.
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¡Exprese su Amor!

El amor es algo de lo que estamos hambrientos; algo que deseamos con vehemencia y que pedimos a gritos. Todos necesitamos aprecio, cariño, que nos demuestren el amor que nos tienen – en una palabra – NECESITAMOS SER AMADOS.
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Cuanta gente hay en este mundo clavados en la cruz de la soledad y que necesitan se les demuestre el aprecio, el amor. No creo que podamos regalar a otros algo que no poseemos; no creo que podamos dar un amor verdadero hasta no encontrar la forma de obtener un poco de amor verdadero. Y la fuente del amor es Dios.
Por eso mi hermano, vamos hoy a señalar dos cosas fundamentales en el ser humano que debe regir su comportamiento y su inter-relación con los demás: REPRIMIR – Es necesario que en la vida seamos dueños de nosotros mismos, de nuestras emociones, de nuestros instintos. Debemos reprimir todo aquello que pueda hacer daño a los demás. EXPRESAR – Lo bueno que sentimos, lo bueno que vivimos. Sin embargo, reprimimos nuestros mejores sentimientos – reprimimos lo bueno y expresamos lo malo, de tal manera que aparecemos como fríos e indiferentes en lo que a amor se refiere. Y esto produce frustración.
El amor y sus derivados deben tener abundantes oportunidades para manifestarse pues solo así podemos crecer como Dios quiere. No ahogue lo bueno, exprese el amor, reprima el odio, las críticas, etc. ¿Por qué no encender fuegos de amor en el corazón?
Una mirada amistosa es como un rayo de luz que rasga las tinieblas de un alma cuya angustia no sospechamos siquiera. Cuando expresamos el amor profundo a los demás experimentamos un gozo profundo e inenarrable. Recuerde que no solo de pan vive el hombre. Necesita el amor.
Permíteme hacerle una pregunta – ¿Expresa usted en su casa el amor que le tiene a sus familiares? ¿Expresa el amor que tiene por dentro? En muchos hombres no se expresa el amor; hay témpanos de hielo y como consecuencia muchos niños crecen inválidos en el alma – huérfanos de amor. No se expresa el amor porque se piensa que es una debilidad o sencillamente no saben cómo expresarlo, tienen incapacidad de amor, pero piense que Jesús expresaba sus sentimientos – El no los reprimía – «Dejad que los niños vengan a mí». Los abrazaba. Sentía compasión por los enfermos. Lloró ante las puertas de Jerusalén.
Exprese su amor ahora que está a tiempo; en su casa, en el trabajo, en la calle. Mucha gente se cree inútil, sin embargo una mirada, una palabra – el toque de amor – puede cambiar esa vida. Hoy es el día, exprese el amor, conviértase en el poeta del amor y sea feliz. No desprecie las oportunidades para expresar el amor – reprima el egoísmo, el odio. Dígale al mundo que lo ama. VIVA EL AMOR, VIVA LA VIDA AMANDO. Deje que su vida sea como un río de agua viva y que las gentes puedan beber de ese manantial. Exprésese positivamente y recuerde que Dios expresó su amor de mil maneras, sobre todo en la Cruz de Jesucristo, que murió por amor a usted. ¡Y con El, usted es Invencible!
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.
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